Los nuevos hallazgos sugieren que el desequilibrio inmune-metabólico en la diabetes tipo 1 podría deberse a muy pocas exposiciones microbianas (es decir, gérmenes) que se han eliminado en los entornos más estériles de hoy, y que la reintroducción de una bacteria (BCG) podría restablecer las funciones metabólicas anormales e impulsar el sistema inmunológico para consumir azúcar y reducir los niveles de glucosa en la sangre con el tiempo.
“Durante mucho tiempo se ha creído que el movimiento hacia entornos más limpios y más urbanos está involucrado no solo en cómo se desarrolla la diabetes tipo 1, sino en el incremento de la incidencia de la enfermedad”, explica el director del estudio, el doctor Faustman, director del Laboratorio de Inmunobiología del Hospital General de Massachusetts.
“En particular, la exposición reducida a ciertos microbios, la consecuencia de un mejor saneamiento, un mayor uso de antibióticos, familias más pequeñas, casas más limpias, menos exposiciones diarias al suelo y una menor exposición a animales domesticados, parece haber cambiado la función metabólica moderna”, señala.
La vacuna BCG, basada en una cepa inofensiva de bacterias relacionada con la que causa la tuberculosis, parece tener el efecto de imitar con seguridad las exposiciones microbianas que las sociedades modernas han perdido. En un ensayo aleatorizado de fase 1 anterior, dos inyecciones de la vacuna BCG con dos semanas de diferencia redujeron el nivel promedio de azúcar en la sangre a niveles casi normales en tres años en personas con diabetes tipo 1 avanzada, una mejora que se mantuvo durante cinco años más.

Cambios en la forma de consumo de glucosa por el cuerpo
Faustman y sus colegas del Hospital General de Massachusetts en Estados Unidos también identificaron que la vacuna BCG utiliza un mecanismo novedoso para cambiar la forma en que el cuerpo consume la glucosa, desde la fosforilación oxidativa (la vía más común por la cual las células convierten la glucosa en energía) a la glucólisis aeróbica, un estado que acelera el ritmo en que las células convierten la glucosa en energía, lo que lleva a reducir los niveles de azúcar en la sangre con el tiempo.
Estos nuevos hallazgos muestran que los diabéticos tipo 1 tienen un metabolismo consistente con menos exposición microbiana. Como resultado, los pacientes diabéticos tipo 1 tienen glóbulos blancos que utilizan un nivel mínimo de azúcar en la sangre en comparación con los sujetos control que no son diabéticos. La exposición de los pacientes a los microbios en la vacuna BCG parece dar lugar a que los glóbulos blancos utilicen más azúcar en la sangre al aumentar la glucólisis aeróbica.
“BCG es un organismo que necesita muchas fuentes de energía. Vive dentro de los glóbulos blancos y eleva la utilización del azúcar”, explica Faustman. Los hallazgos apoyan la hipótesis de higiene que sugiere que la exposición temprana a microbios que promueven la glucólisis aeróbica es realmente beneficiosa para el desarrollo del sistema inmunológico y es un importante factor determinante de la sensibilidad a enfermedades autoinmunes como la diabetes tipo 1.
“Las vacunas de BGC, como la tuberculosis en sí, convierten un sistema linfático deprimido deficiente en la utilización del azúcar en un proceso altamente eficiente, una restauración similar a la de los sujetos normales sin diabetes”, subraya Faustman.
“Nuestro descubrimiento de que los pacientes diabéticos tipo 1 tienen muy poca utilización de azúcar linfoide abre la puerta a más ensayos clínicos con la vacuna BCG, incluso en la diabetes tipo 1 avanzada, para reducir permanentemente el azúcar en la sangre con el potencial de disminuir la enfermedad y la mortalidad asociadas con esta enfermedad”, concluye.
Los autores señalan algunas limitaciones, incluido el hecho de que es un estudio pequeño y temprano, y que está en marcha un gran ensayo de cinco años de fase 2 con 150 sujetos diabéticos tipo 1 aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos para evaluar si la vacuna BCG de repetición puede mejorar clínicamente la diabetes tipo 1 en adultos con enfermedad existente.

 

 
Fuente: Europa Press